Por último, uno de los errores más habituales (desgraciadamente) se produce en lo que se llama la cocina. La cocina es ese sitio en el que se analizan los resultados y, basándose en los mismos, se extraen conclusiones para mostrar al cliente.
Un informe de resultados suele contener dos partes bien diferenciadas: datos e interpretación de los mismos. En no pocos casos podemos sentir la tentación de matizar el contenido del informe de resultados para que se adapte a lo que el cliente (o el cliente del cliente) quiere oír.
- En primer lugar: los datos son los datos y nada más. Si las personas encuestadas por una empresa de alimentación valoran los productos de la misma con un 2 sobre 10, ese es el resultado que debe mostrar el informe final (nada de calificar como insuficiente o trampas similares).
- En cuanto a las conclusiones, es algo más complejo, sobre todo teniendo en cuenta que, a menudo dichas conclusiones se emplearán para tomar decisiones. En este sentido es interesante recordar:
- Las conclusiones deben apoyarse en datos, no en impresiones. Por ejemplo “Existe una insatisfacción evidente en los clientes, como lo atestigua el hecho de que la valoración global alcanza una valoración de 2 sobre 10”.
- Las conclusiones no son juicios de valor.
- Las conclusiones no son una versión reducida del estudio; deben ofrecer información condensada y fácil de utilizar, pero no repetir los aspectos anteriormente tratados.
- Y por último, puede suceder que el cliente solicite un informe de uso interno, con resultados más crudos y otra versión dulcificada para su exposición final. Debe quedar constancia de la entrega de ambos (por ejemplo, remitiéndolos a través del correo electrónico.
Conclusiones.
- A pesar de que sea el cliente el que pague, no significa que los resultados han de ser lo que deseaba encontrar. Un buen investigador plasma estos datos. El cliente puede o no “maquillarlos”, pero por encima de todo esto está nuestra ética profesional. Esto está por encima de todo y el cliente lo tendrá en cuenta.
- Se deben presentar los datos tal y como se han recogido sin florituras.
- En cuanto a las conclusiones deben ser claras y, si procede, añadir recomendaciones de mejora. Casi siempre son bien acogidas siempre que hayamos sido honestos en la presentación de resultados.
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